martes, 6 de septiembre de 2011

Rezándole al rey, fletando en rutas de ricota

La melancolía puede extenderse durante una semana. Son múltiples y contradictorias las emociones compactadas que se desprenden de esa aventura. Hubo ansiedad, felicidad, dolor, nostalgia. Hay. En los días posteriores regresan, y todas ellas deambulan y se baten a duelo en un ring de cuerpo y mente. Aquí, en este momento, pasaron 48 horas. Escanear una y otra vez con los ojos este poema de Camilo Blajaquis -o escuchar La hija del fletero, o charlar con un amigo sobre el viaje a la Luna, o que se te presente esa escena hacia un Armageddon de vida- son todas maneras de volver. Ahora y para siempre.

REZÁNDOLE AL REY, FLETANDO EN RUTAS DE RICOTA
(este mundo, esta empresa, este mundo de hoy…)

¡Lobos!
Si todavía amenazan con su apetito
es hora que le rindan cuentas a los bosques.
¿O acaso les asustan los corderos que andan desatados y rebeldes?
¡Mejor teman!
que algunos ya vaguean furiosos con mandíbulas ansiosas.

¡Lobos!
Los invoca un idólatra más de su gualicho
un devoto más de sus patricias joyas
un adicto más del fuego que alumbró conciencias
con octubres y luzbeles, soledad y toxi taxis.

¡Lobos!
La vejez es maduración o remordimiento
no se opaca fácilmente a un talismán de temblores y utopías,
a lo social se lo atormenta con destellos de poesía.

¡Lobos!
¿Pudieron olvidarse de esa magia de ilusiones
temblando en recitales surrealistas?
Me dolería saber que ahora sus estrellas son de un rojo opaco
y sus hocicos ya no crujen, ni babean libertad.

¡Lobos!
Escuchen mi oración
escuchen esta plegaria que sueña
con ver renacer su rabia más elegante.

Lobos, teoría de los tabiques,
que su olfato recupere el instinto,
al menos por piedad
y como ataque de amor a esta época maldita.

¡Lobos!
Por más que su rey viva atormentado por alambrados
por más que ángel guardián vague como un nómade
y relinchen sus seis cuerdas en veredas del planeta pánico.

¡Lobos!
Aunque los hayan secuestrado los hechizos de la burguesía
sus melodías de arco iris los absuelve,
ni hablar del espejismo, del lujo de ser viento
serán mis héroes más sonoros
la ecuación: canción reflexión libertad.

¡Lobos!
Cuídense de esos pantanos que los encandilaron
yo seguiré implorando e invocando a la Diosa Arte
que fabrique ese puente que los enamore de vuelta
(denle!!! que grandes debates generó su aventura)

Camilo Blajaquis es César González. Acá su particular historia de reconversión. "Puedo resonar con su universo de palabras", dijo el Indio sobre su poesía. Este es parte de su libro La venganza del cordero atado.