Te sueño, últimamente, sin cara.
Tu cuerpo es blanco, y tiene salpicones de moras rojas.
Desnuda, tendida en la cama, con la cabeza recostada, y el pelo largo ocultándote.
O parada, de espalda tatuada, mirando el horizonte, y con el lago mar abrazándote.
Quizás en corpiño y short de jean, sobre piedra arenal.
Sin rostro monstruo, sino sueño.
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