
El hombre vale o no vale. Vale, si hace lo que tiene que hacer en la vida y no dice nada de sí mismo, como sentencia don Atahualpa Yupanqui. Y no vale, cuando a pesar de ser un genio en alguna cosa es el primero en proclamarlo, como un pavo real se proclama el más hermoso y colorido entre los pavos. Y yo le tengo miedo a los pavos. Mucho más que a los sinvergüenzas.
Le tengo mucho miedo a los hombres que denuncian en la ropa, en el pelo o en la piel, que ocupan mucho tiempo de cada día frente al espejo. Desconfío de los que tienen que "sudar mucho" para hacer algo bien.
Todo es importante, nada es importante.
Entre un decente y un millón de importantes, deme un decente que nunca hable de sí mismo y que no tenga currículum.
Vivir no es mostrarnos. Vivir es estar muy solos y sentirnos muy vivientes, porque sentimos por muchos. Para mostrarnos basta la muerte, que es cuando nos vienen a ver los que quieren ser vistos.
Hacen más daño diez pavos que un terrorista con una bomba y una ametralladora.
Piense cómo cambian las modas, y calcule cuántos hay.
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