Mire, yo soy un tipo sin currículum. Porque desdeño todas las palabrejas de esa laya, que han puesto de moda los realizados, y porque me parece que es de bobos mostrar currículum en esta vida donde el currículum de todos se reduce al día en que nacemos y al día en que morimos. Lo que hacemos o dejamos de hacer entre esas dos fechas, es absolutamente intrascendente. Es vivir y nada más, según cada cual nació. Solamente es trascendente para los hombres vanidosos que suponen que el hombre es trascendente.
El hombre vale o no vale. Vale, si hace lo que tiene que hacer en la vida y no dice nada de sí mismo, como sentencia don Atahualpa Yupanqui. Y no vale, cuando a pesar de ser un genio en alguna cosa es el primero en proclamarlo, como un pavo real se proclama el más hermoso y colorido entre los pavos. Y yo le tengo miedo a los pavos. Mucho más que a los sinvergüenzas.
Le tengo mucho miedo a los hombres que denuncian en la ropa, en el pelo o en la piel, que ocupan mucho tiempo de cada día frente al espejo. Desconfío de los que tienen que "sudar mucho" para hacer algo bien.
Todo es importante, nada es importante.
Entre un decente y un millón de importantes, deme un decente que nunca hable de sí mismo y que no tenga currículum.
Vivir no es mostrarnos. Vivir es estar muy solos y sentirnos muy vivientes, porque sentimos por muchos. Para mostrarnos basta la muerte, que es cuando nos vienen a ver los que quieren ser vistos.
Hacen más daño diez pavos que un terrorista con una bomba y una ametralladora.
Piense cómo cambian las modas, y calcule cuántos hay.
viernes, 4 de octubre de 2019
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