lunes, 29 de marzo de 2021

Locura

Creo que es un miedo que tenemos todos, a veces muy aplastado por nuestra razón, para no dejarlo surgir. Pero si me pongo a pensar seriamente en lo que sueño ciertas noches, o en por qué lo sueño, o si pienso en ciertos sueños diurnos que uno tiene, sin necesidad de caer en la pesadilla dormido, siento que la cercanía entre razón y locura, sobre todo en el artista, andan por ahí. Pero dista de lo que pude haber tenido en mi temprana juventud y mi adolescencia, sobre todo: hubo momentos, entre los 14 y los 18 años, donde me sentía muy desdichado, muy raro, y no tenía más remedio que pensar: “¿No estaré loco, yo?”. Al principio, desde el momento en que se acepta que te sentís distinto, lo vivís como una humillación. Hasta que das con una verdad esencial: no es que vos seas distinto a los demás, todos somos distintos entre nosotros. Una de las condiciones del hombre es su singularidad, y de ahí la originalidad de algunos. Ser original no es escribir sin puntos y comas, o sacar anécdotas de la historia, o pintar con el culo del pincel en lugar de con la cerda: ser original es una manera de situarte en el mundo que hace que, sin decir ninguna cosa original, lo sea. Shakespeare, por ejemplo: ¿qué tiene de original “ser o no ser”? Hasta mi tía pensaba eso. Lo importante es cómo está articulado eso dentro de una obra. La originalidad anecdótica o formal a Shakespeare le importaba tres pepinos: tomó todas sus obras de cuentos italianos. En el pasado no existía la idea de originalidad, es un prejuicio moderno. Es la singularidad, entonces, lo que te hace sentir tan extraño que tenés miedo de estar loco. Eso se vive también como una especie de privilegio, ¿no? Para tu narcisismo personal, de poeta adolescente. Esto de estar medio loco tampoco deja de ser un poco agradable.

Abelardo Castillo, escritor

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