
Suben. El rayo de luz quiebra el departamento. Ayelén prende el aire acondicionado. Almuerzan. Lucía se recuesta en el sillón. Se duerme. Ayelén la lleva a la cama y se duermen juntas. Lucía se le tira encima. Ayelén la abraza. Cuando se despierta, Lucía le pide ir a lo de la abuela. Piensa que ya es domingo. Ayelén le dice que más tarde viene la tía. Hace otro llamado. Lucía se tira boca arriba en el piso. Ayelén cierra los ojos. Le duelen las cervicales. Mamááá, le grita Lucía. Quééé, le responde Ayelén. Lucía le pide que se siente a mirar las hojas verdes de cartulina pegadas en la pared. Las miran. Entra la hermana de Ayelén. Tíaaa, grita Lucía. Ayelén pone la pava. Charlan. Prepara el mate. Lo deja. Aprovecha y sale a comprar la comida para la noche. En el ascensor, sola, lagrimea. Pero vuelve resplandeciente. Lucía agarra una medialuna y le dice a Ayelén que coma. Sí, mi amor, le responde. Sale al balcón. Prende un cigarrillo. Apoya los pies en la baranda. Inclina la cabeza hacia atrás. El sol le brilla en la cara. Adentro, Lucía patea una pelotita con la tía. Cuando se repone, Ayelén observa que el vecino del 5° “B” sale con el auto. Agarra el celular. Su mejor amiga le escribió que si quería podía pasarse más tarde. Quizá mañana sea mejor, le dice. Lucía se va a pasear a la plaza con la tía. Ayelén prende la tele y pone un compilado de canciones de rock nacional. Ayelén se balancea frente a la tele y canta suave. Se abraza a sí misma. Lava las verduras. Pone el agua para los fideos. Se agacha, saca las compras de las bolsas y las guarda. Ordena los juguetes de Lucía. Quizá fue en la mañana en que vendados los dos descubrimos cómo eran las cosas, canta Babasónicos. Ayelén corta la lista y pone un noticiero. Escucha las risas de Lucía a lo lejos. Despide a la hermana. No te olvides de hablar con papá del viaje, le dice. Le prepara la ducha a Lucía. Termina de cocinar.
Ezequiel le avisa por WhatsApp que el lunes no va a poder buscar a su hija. Ayelén no le responde, no tiene esta vez fuerza para pelear, siempre igual. Le pone el pijama a Lucía. A comeeer, le dice. Comen fideos con verduras salteadas. Lucía toma agua y se vuelca encima. Ayelén la seca rápido. Lucía come todo el plato y pide el yogur. Cómo come esta nena, se dice Ayelén. Se sientan en el sillón y cucharean el postre. Lucía deja el potecito al lado de la pecera y se tira en el sillón con la cabeza sobre las piernas de Ayelén. Lucía se despatarra y se duerme. La lleva a la habitación. Ayelén no tiene sueño. Mira el techo. Camina hasta el ventanal, lo cierra y deja el aire acondicionado prendido. Sale a fumar, pero a la escalera que conduce a la terraza, dentro del palier del quinto piso. Deja la puerta entreabierta. Prende el cigarrillo. Escucha ruidos en los otros pisos. Tira las cenizas en una tacita de plástico. El rojo del cigarrillo ilumina la oscuridad. Agarra el celular. Quizá mañana sea mejor, se dice, y entra.
Ayelén toma de la mesita de luz El arte de amar. Lee un par de frases que resaltó con lápiz. Se acuesta. Rodea a Lucía con los brazos y, poco a poco, ella también se duerme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario