Hagamos un recorte de la realidad, vamos: un grupo de personas que piensa que vive bajo una dictadura y que entonces clama "respeto" vocifera "andá con Néstor, la puta que te parió" -bueno, es cierto, ya no vivan el cáncer, es todo un paso- y "el que no salta es negro y K"; Patricia Bullrich sonriente junto a la orgásmica Natacha Jaitt; un cartel en las manos de un clasemediero que dice, y no es joda, lo siguiente: "Cristina: la única mujer que me maltrata y me da miedo es mi novia. Vos respetá la Constitución"; una señora paqueta -ojo, no escribí vieja de mierda, eh- con una hoja A4 todavía caliente por la impresión, porque no le dio para la cartulina colorida ni para la banderita argentina, que clava: "En Barrio Norte también tenemos hambre". Hasta acá, estimados. No más. Esto, caceroleros míos, antis K -cómo les gusta ensartar esa letra en mayúscula en cualquier pelotudés-, políticos opositores, amigos de la izquierda más izquierda que apoyan estas paparruchadas, es una máquina de producir kirchneristas. Insisto: salen en serie y, a veces, más o menos bobos. Después no digan que no les avisé.
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