
Al principio, la institución se mantuvo ajena al fútbol, un juego que por esa época empezaban a importar profesores y ferroviarios británicos. Pero el fútbol se hizo rápidamente popular. En 1903, el Gimnasia y Esgrima contaba ya con dos equipos. Un cuarto de siglo después, la masiva inmigración europea se había hecho con el club. Eran tipos rudos, obreros, peones, muchos de ellos empleados en los frigoríficos cárnicos de Berisso, de ahí que les llamaran triperos. El proletariado de la zona prefirió en general el blanquiazul del Gimnasia al rojiblanco del otro club de la ciudad, el Estudiantes (llamados pincharratas, aunque hoy siguen siendo considerados más chetos o elitistas), y así quedaron las cosas. Para los triperos, el Gimnasia es el equipo del pueblo llano. El que sabe sufrir. El que no se rinde.
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La gente del Gimnasia no cae en el desaliento. A esta hinchada se la llama La 22 porque tuvo como jefe espiritual al Loco Fierro, de nombre real Gustavo Amuchástegui, muerto en 1991 por disparos de la policía de Rosario. El loco en la baraja del tarot se asocia al número 22. La 22 ha protagonizado acontecimientos telúricos (el 5 de abril de 1992, un gol contra el Estudiantes fue festejado con tanta pasión que el Observatorio de la Universidad de La Plata registró un leve movimiento sísmico), hazañas discutibles (en 2013 celebró el ascenso quemando una gigantesca bandera de 100 metros robada a los rivales del Estudiantes) e incontables peleas callejeras. Para la Filial Maradona, cada partido empieza temprano, con un asado en un predio de Los Hornos, un barrio popular de La Plata, regado con abundante alcohol; las calles se cortan y los autobuses urbanos desvían su recorrido. “Llegamos ya calientes a El Bosque”, comenta Nano Oliver, jefe de la filial. “A veces hacemos cosas que no deberíamos hacer, pero son cosas que forman parte del folclore del fútbol”, se disculpa.
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