martes, 8 de septiembre de 2009

El gran deporte nacional: hablar de Maradona

-¿Sabés si Diego leyó alguna vez Me van a tener que disculpar?

-Me dijeron alguna vez que lo había leído, pero con demasiadas personas en el medio como para que pueda creerlo. En realidad, son más importantes los destinatarios del cuento, los otros del propio Maradona. No necesito que Diego sepa lo que yo pienso. Sí me gustaría que más gente pensara como yo. Si en ese sentido sirve para que alguna persona diga que hay que dejarlo de joder y que haga su vida, es bueno. A lo mejor ese es el objetivo.

-Se hace difícil…

-Sí, porque él colabora. No es que se convirtió en un monje budista y se fue al Tibet a predicar.

-Una vez alguien dijo que hablar de Maradona es un deporte argentino.

-Sí, pero… me van a tener que disculpar.

El escritor Eduardo Sacheri me respondía esto en una entrevista de septiembre del año pasado, cuando Diego Maradona no era el entrenador de la Selección Argentina ni estaba en el ojo de la tormenta. Me van a tener que disculpar es un texto sobre el vínculo entre el Maradona mito y la población argentina. Una escena del deporte predilecto de los argentinos, que no es el fútbol, sino hablar de Maradona.

Y ahora, luego de la derrota ante Brasil, es peor. Se potencia. Santificadores, como la gente de su Iglesia, y payasos, o sea Sanfilippos, se hacen un pic nic. Hasta surgió Catastro feroz, un simpático grupo de rock que canta piezas en contra de Maradona. (Diego Capusotto, una vez más, la rompe, la deja chiquita, y toma al fútbol para desacralizarlo, para darle una bofetada al hincha, para hacerlo una diversión y no un drama).


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