viernes, 4 de septiembre de 2009

En el nombre

El wing vive marginado. Como millones en el mundo. El wing alcanza la gloria -sin olvidar que es wing-, pero regresa a los suburbios. El wing le escapa a la concentración boba, al tumulto que unifica vaya a saber qué estupidez de turno. El wing se ríe de sí mismo y con los demás. Comparte un centro y tira la individual. A veces también hace la típica, torpe, como cualquiera. Amaga por adentro y sale por afuera. ¿Qué quiere decir que uno ande por el wing? Tal vez que le escape a una época para observarla ahí, distante, a un costado. Que la atraviesa con una diagonal. Que la desborda y lo desborda porque es frágil y humano. Pero a no olvidar: a los wines los llaman locos, esos, los de la concentración boba. Y en mi barrio alguien escribió en una pared: "Los chicos y los locos dicen siempre la verdad, por eso a unos los educan y a los otros los encierran". "Lo sacó de un Dos corazones", me dijo un auténtico wing, con los labios llenos de chocolate.

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