“Todo lo que
producís en estado cannábico es lo contrario a la tensión. En el combate, si
estás nervioso, todas las técnicas que sabés se frenan y te hacés lento. Yo
llevé esto a torneos mundiales de artes marciales. Fumado me sentía híper
concentrado: era como ver al otro en cámara lenta, y eso agudizaba mi observación,
lo que en combate se dice aquí y ahora. No importa el pasado ni el futuro,
pensar eso te hace más lento; me ha pasado de no saber si perdía o ganaba. Eso
es aquí y ahora. Es no estar pendiente del marcador y no especular. Es estar
suspendido en el aire, pero con todos los sentidos puestos en un instante. Yo
fumaba, entraba al tatami y hacía desastres. Hice técnicas que nadie había
hecho antes. Lo mejor de todo es que después, cuando luchaba sin haber fumado,
las técnicas aprendidas estaban ahí, disponibles; no se habían quedado en la imaginación.
¿Y por qué digo esto? Porque trasladé esa experiencia, de incorporar técnicas
marciales en estados cannábicos, a los robos. No a robar drogado, sino a fumar marihuana
en la preparación de un golpe. Hubo robos que no se hubieran dado con el
equilibrio moral que se dieron, si no hubiera sido por el consumo de marihuana”.
Fernando Araujo, líder del robo al Banco Río, en Sin armas ni rencores, Rodolfo Palacios, 2014
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