martes, 10 de noviembre de 2015

Cinco

​El sueño recurrente es que a la edad que tenga -17, 21, 25- caigo en la práctica y veo a mis compañeros entrenándose: copas de los árboles que se mueven por el viento, olor a pasto recién cortado, trotes alrededor de la cancha, ruido de pelotazos, y busco con desesperación al entrenador de la categoría que, como dejé a los 16 años el club, ​a mitad de Séptima, no sabe quién carajo soy.
-Vos no me conocés, seguro. Tal vez te hablaron de mí. Yo jugaba acá, con ellos, en la 89.
Y ahí me despierto.
El sueño de ser futbolista no se hizo realidad para mí: para millones. Es una tormenta que aún rompe en la noche de la mente. Pero Damián, como se dice en la jerga, "llegó". "Lemos llegó". Son menos del uno por ciento los que llegan. De nuestra categoría, el único que juega como profesional, si este puto periodista chequeó tres veces la información.

Después de un par de subidones, sufriste ahora el descenso con Nueva Chicago.

Abrazo grande, Cabeza. 

En las malas mucho más.

(Una vez te tiré un caño y pasé limpio entre el ocho que cerraba y vos, porque el mejor cinco de la foto, coincidimos en Matadores, mientras te entrevistaba sentado en la escalera de la salida del vestuario, es el de la remera).

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