martes, 31 de octubre de 2017

La cultura de las excusas

"Bueno, tenemos que ser breves porque el tiempo en televisión es tirano. Quería hablarles de una cosa: nosotros, la selección de voleibol italiana, nos hicimos populares porque ganamos mucho. Y muchas veces nos preguntan cómo se hace para tener una mentalidad de ganador. Y yo respondo banalmente: se obtiene ganando. Ganando… ¿En qué sentido? En el sentido de que muchas veces se piensa que ganar es solamente derrotar al adversario, mientras que ganar significa también superar tus propios límites. Esta es la primera victoria que hay que obtener. Por ejemplo, cuando uno ya es adulto y aprende un deporte nuevo, como puede ser el esquí, cuando lo logra, obtiene una satisfacción como si hubiese ganado un partido. Ganar es también resolver las dificultades. Esta es otra victoria que existe en la vida, como en el deporte. Y por último está la victoria ante el adversario. Por otra parte, nosotros vivimos en este momento en una sociedad que pretende asimilar toda la vida como si fuese un campeonato. Como si el deporte se pudiese trasladar a todas las situaciones de la vida. Ahora nos dicen "Sea el mejor, coma tal marca de pasta", "Gane en la vida, use tal auto". La vida, en cambio, no es un campeonato. Nosotros, que nos dedicamos al deporte, tenemos una tarea particularmente difícil, sobre todo porque en el deporte no basta con hacer bien las cosas. Nosotros debemos hacerlas mejor que los demás. Si nosotros hacemos las cosas bien y después perdemos por una pelota, como pasó en Barcelona, con el 17-16 en el último set, pocos se acuerdan si perdimos por mucho o por poco, y está bien, el deporte es así. Pero en la vida las cosas son diferentes, no es que si uno hace un punto menos que otro es un perdedor. No hay que creer eso. A lo que sirve el deporte, en cambio, según mi opinión, aunque todos hablen de la importancia del aspecto educativo, pero después le tengan miedo a la competencia en la escuela, como si la competencia de por sí no estuviese, como si a los chicos no les dijesen: "Preparate para la vida, porque la vida es muy dura y hay que ser el mejor: estudia desde chico". El deporte enseña, y sirve para aprender a perder además de ganar. Sirve para aprender que para ganar hay que hacer las cosas bien, hay que sacrificarse, hay que ser eficiente y hay que darle importancia a las cosas importantes y a las cosas menos importantes, aunque el precio a pagar sea muy costoso. Pero sirve también para aprender a perder. El verdadero deportista sabe que no se puede ganar siempre. La excepción es ganar siempre. Lo normal es el alternar entre la victoria y la derrota. Yo siempre dije que estoy muy orgulloso de la Nazionale, que ganó dos Mundiales, dos Copa de Europa, etc. Pero estoy también muy orgulloso del equipo que perdió en los Juegos Olímpicos de Barcelona por un motivo: porque supieron perder. Cuando perdimos, no dijimos que fue culpa del árbitro, que tuvimos mala suerte, o que la federación no nos apoyó, o que fue culpa de tal jugador o del técnico. Dijimos que el adversario fue más fuerte que nosotros, punto y aparte. Nosotros construimos una mentalidad, con el equipo combatiendo, eso que nosotros llamamos la cultura de las excusas. ¿Que qué es? Es la eterna explicación de que no consigo hacer algo no porque yo no quiera o pueda, sino porque hay obstáculos que yo no puedo vencer y no puedo modificar. No es que yo no gané porque no fui el mejor, sino que circunstancias externas lo impidieron. Había un equipo de básquet que era "El equipo de los sueños" de los americanos. Lo dije muchas veces: "Nosotros no somos el equipo de los sueños: somos un equipo que sueña". Soñamos con ganar unos Juegos Olímpicos y vamos a hacer todo lo posible para ganar, y si no lo conseguimos no nos vamos a considerar perdedores. Sabremos que fallamos al objetivo y que fallar no quiere decir que somos una mierda. Esto es válido sobre todo para los jóvenes: ustedes tienen que intentar ganar todo lo que puedan. Pero no crean en esos que les dicen que el mundo se divide entre ganadores y perdedores. El mundo, para mí, se divide entre buenas y malas personas. Esta es la división más importante. Luego, entre las malas personas, habrá, lamentablemente, ganadores; y entre las buenas personas, claro, habrá quien pierda también. Gracias".

Julio Velasco, entrenador argentino de vóley

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