domingo, 7 de noviembre de 2021

Niza

Ayelén se levanta. Abre la canilla de la ducha. Deja correr el agua. Va a la cocina. Agarra de un estante la taza con arabescos y pone el saquito de té. Se apura a bañarse antes de que se despierte Lucía. Ayelén prende la computadora. Lucía llora. Abre los ojos. Pide por mamá. Ayelén carga la bañera. Coloca a Lucía en el asiento. Lucía chapotea con los dinosaurios. Ayelén fuma el primer cigarrillo Virginia Slims del día con el ventanal del balcón apenas abierto. De reojo mira a su hija. Cambia a Lucía con un vestidito. Desayunan. Se sienta en la computadora. Lucía hace dibujos en la pizarra. Le pide que la mire. Ayelén se da vuelta y le dice que esa vaca está hermosa, mi amor. Se pone en cuchillas, dibuja una oveja y le da un beso a Lucía. Ayelén sale al balcón y se sienta en la silla. Se prende un cigarrillo. Mira hacia la esquina. Ve salir a la señora del 2° “C” de la mano de su pareja. Ayelén le da la última calada y aprieta el cigarrillo en el cenicero. Entra. Su hija encaja cuadrados, círculos y triángulos de un juego. Ayelén hace un llamado. Se fastidia. Lucía la choca con el monopatín. Ayelén se pone los lentes de sol. Baja a la entrada del edificio. Lucía se desliza de un lado al otro con el monopatín. Ayelén se apoya contra su auto y la mira. Le saca una foto. La sube a las redes sociales. Ayelén desearía estar de vacaciones en las playas de Niza.

Suben. El rayo de luz quiebra el departamento. Ayelén prende el aire acondicionado. Almuerzan. Lucía se recuesta en el sillón. Se duerme. Ayelén la lleva a la cama y se duermen juntas. Lucía se le tira encima. Ayelén la abraza. Cuando se despierta, Lucía le pide ir a lo de la abuela. Piensa que ya es domingo. Ayelén le dice que más tarde viene la tía. Hace otro llamado. Lucía se tira boca arriba en el piso. Ayelén cierra los ojos. Le duelen las cervicales. Mamááá, le grita Lucía. Quééé, le responde Ayelén. Lucía le pide que se siente a mirar las hojas verdes de cartulina pegadas en la pared. Las miran. Entra la hermana de Ayelén. Tíaaa, grita Lucía. Ayelén pone la pava. Charlan. Prepara el mate. Lo deja. Aprovecha y sale a comprar la comida para la noche. En el ascensor, sola, lagrimea. Pero vuelve resplandeciente. Lucía agarra una medialuna y le dice a Ayelén que coma. Sí, mi amor, le responde. Sale al balcón. Prende un cigarrillo. Apoya los pies en la baranda. Inclina la cabeza hacia atrás. El sol le brilla en la cara. Adentro, Lucía patea una pelotita con la tía. Cuando se repone, Ayelén observa que el vecino del 5° “B” sale con el auto. Agarra el celular. Su mejor amiga le escribió que si quería podía pasarse más tarde. Quizá mañana sea mejor, le dice. Lucía se va a pasear a la plaza con la tía. Ayelén prende la tele y pone un compilado de canciones de rock nacional. Ayelén se balancea frente a la tele y canta suave. Se abraza a sí misma. Lava las verduras. Pone el agua para los fideos. Se agacha, saca las compras de las bolsas y las guarda. Ordena los juguetes de LucíaQuizá fue en la mañana en que vendados los dos descubrimos cómo eran las cosas, canta Babasónicos. Ayelén corta la lista y pone un noticiero. Escucha las risas de Lucía a lo lejos. Despide a la hermana. No te olvides de hablar con papá del viaje, le dice. Le prepara la ducha a Lucía. Termina de cocinar.
Ezequiel le avisa por WhatsApp que el lunes no va a poder buscar a su hija. Ayelén no le responde, no tiene esta vez fuerza para pelear, siempre igual. Le pone el pijama a Lucía. A comeeer, le dice. Comen fideos con verduras salteadas. Lucía toma agua y se vuelca encima. Ayelén la seca rápido. Lucía come todo el plato y pide el yogur. Cómo come esta nena, se dice Ayelén. Se sientan en el sillón y cucharean el postre. Lucía deja el potecito al lado de la pecera y se tira en el sillón con la cabeza sobre las piernas de Ayelén. Lucía se despatarra y se duerme. La lleva a la habitación. Ayelén no tiene sueño. Mira el techo. Camina hasta el ventanal, lo cierra y deja el aire acondicionado prendido. Sale a fumar, pero a la escalera que conduce a la terraza, dentro del palier del quinto piso. Deja la puerta entreabierta. Prende el cigarrillo. Escucha ruidos en los otros pisos. Tira las cenizas en una tacita de plástico. El rojo del cigarrillo ilumina la oscuridad. Agarra el celular. Quizá mañana sea mejor, se dice, y entra.
Ayelén toma de la mesita de luz El arte de amar. Lee un par de frases que resaltó con lápiz. Se acuesta. Rodea a Lucía con los brazos y, poco a poco, ella también se duerme.

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